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Retinopatía Diabética


La retinopatía diabética es la enfermedad retiniana más común a nivel mundial. Alrededor de 15 años después del diagnóstico de diabetes, el 98% de todos los diabéticos tipo 1 y 75% de los diabéticos tipo 2 tendrán algún grado de retinopatía, e incluso antes si el control glucémico no es bueno.

A nivel de la microvasculatura retiniana el descontrol glucémico ocasiona que los vasos se cierren, previniendo que haya suficiente riego sanguíneo hacia la retina. Con la poca oxigenación crónica las células retinianas se van perdiendo, con pérdida visual progresiva como consecuencia. En un intento de suministrar mayor sangre en donde los vasos originales se cerraron, la retina responde creciendo nuevos vasos sanguíneos. Esto se llama neovascularización y en esta etapa la enfermedad se conoce como retinopatía diabética proliferativa.

Sin embargo, estos nuevos vasos son anormales y no surten a la retina con adecuado riego sanguíneo. Tienden a romperse fácilmente causando hemorragias vítreas (derrames internos). También tienden a fugar líquido, causando edema o “hinchazón” de la retina y principalmente de la mácula, el área de mejor visión del ojo. Además, también usualmente estos vasos se acompañan de tejido cicatrizal que pueden ocasionar que la retina se arrugue o acabe desprendiéndose.

En TODOS los casos, si la retinopatía diabética no es tratada, el desenlace final es la ceguera total.

El tratamiento no sólo es oftalmológico sino debe ser sistémico también. Los mejores resultados cuando se intenta frenar la progresión de la enfermedad se obtienen combinando tratamiento oftalmológico con buen control glicémico.

Retina normal
Retinopatía diabética
Retinopatía diabética proliferativa con neovascularización
Retinopatía diabética
Retinopatía diabética no proliferativa moderada con edema macular
Retinopatía diabética

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