La degeneración macular relacionada con la edad es una patología en la cual básicamente algunos productos del metabolismo del ojo, en vez de eliminarse, se depositan en la mácula. La mácula es el área de la retina que es más sensible a los detalles y es la responsable de la visión central. Mucha gente mayor desarrolla degeneración macular como parte del proceso natural de envejecimiento del cuerpo, pero también hay otros factores de riesgo conocidos, principalmente el tabaquismo y la exposición crónica a la luz solar.
Este depósito anormal de residuos (drusas), en la etapa conocida como “seca” causan adelgazamiento de las capas retinianas, con pérdida gradual de la vista. Usualmente el tratamiento en este punto involucra suplementos alimenticios y monitoreo estrecho de la visión central.
Cuando estas drusas o depósitos causan el crecimiento de vasos sanguíneos anormales, los cuales sangran y acumulan líquido en la mácula, se forma una membrana neovascular. Cuando existe la presencia de una membrana neovascular, la enfermedad entra en la etapa “húmeda”.
Los síntomas más comunes son visión borrosa, áreas oscuras o distorsionadas en la visión central y probablemente pérdida permanente de la visión central, sin afectar la visión periférica.
La etapa “húmeda” es la más agresiva y requiere de tratamiento farmacológico con inyecciones intravítreas (intraoculares). El medicamento que se emplea es denominado antiangiogénico porque previene la formación de vasos nuevos o anormales y ayuda a la reabsorción de sangrado preexistente. Los antiangiogénicos mayormente utilizados a nivel mundial son Avastin® (bevacizumab) y Lucentis® (ranibizumab).
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